lunes, 21 de enero de 2008

lunes, 14 de enero de 2008

Concurso de mujeres sensibles medio boludas que escriben

Yo no me considero machista, ni misógino, ni nada que se le parezca, pero estoy convencido de que evocar la figura de la "mujer sensible" es una redundancia. A pesar de que este pleonasmo de la naturaleza puede resultar un dolor de huevos necesario, para algunos (y para mi tb), son parte importante del combustible que alimenta nuestra inspiración, entre ellas, la sarta de barbaridades que pueden llegar a leer en este blog. Por eso, y porque tengo una de ellas parada atrás mío apuntándome con un tenedor en la nuca, inauguro hoy el concurso de mujeres sensibles medio boludas que escriben. Las bases son las siguientes: ser mujer, sensible, medio boluda y escribir mas o menos bien. Para participar manden su e-mail a este blog y nos pondremos en contacto. Y recuerden, no alcanza con ser mujer, sensible y escribir. También necesitamos de las medio boludas por que en ellas esta la sinécdoque más hermosa.
Hoy, "Nos juntamos una tarde", de mi amiga Andrea de Capurro. Suerte Andrea, ¡la licuadora puede ser tuya!

Nos juntamos una tarde, a tomar café. Estábamos los dos vestidos con colores parecidos, tonos de verde y marrón, como anticipando el otoño que aún no había llegado. Esa era nuestra estación preferida, el otoño. Habíamos aprendido que es mucho más romántico el caer y revolotear de las hojas que el color y aroma de las flores en primavera.

Me preguntaste por mi familia, por mi trabajo, por mis amigos. Yo solo te pregunté cómo estabas, era lo único que realmente me interesaba saber. Nos hicimos un breve recuento de nuestras historias, charlamos sobre temas bastante clásicos, por decirlo de alguna manera. Trabajo, familia, parejas, encuentros, amigos. No mucho más que agregar. Igual no faltaron las anécdotas graciosas, las risas, porque ambos siempre supimos hacernos reír el uno al otro.

En determinado momento surgió un cruce de miradas y el silencio se adueñó de la conversación. Y la pregunta surgió en ambos, por qué, hacía ya diez años habíamos dejado de salir en determinado momento? Quién había tomado esa decisión? Ninguno pudo responderse. Simplemente algo o alguien, que no era ninguno de nosotros dos, había decidido que teníamos que dejar de salir, por motivos que tampoco conocíamos.

Hacía diez años éramos jóvenes, muy atractivos ambos, los dos éramos estudiantes universitarios, teníamos todo y aparentemente eso no nos era suficiente para ir adelante con lo que queríamos en lo referente al amor. El miedo siempre nos ganó, sería que además de todo lo que teníamos, éramos cobardes? Nunca fue una opción que me agradara, pero con el tiempo, fue la única que empezó a darle poco un sentido a todo.

Ese miedo, cobardía y simplemente el no hacer, nos había llevado a desconocer lo que era la felicidad. Pasábamos los días huyéndole, como si esa fuese la forma de encontrarla, que ilusos.

Diez años después los dos teníamos eso presente. El silencio abandonó la conversación, nos sonreímos un instante, evidenciando la existencia de esos pensamientos en ambos y continuamos con otro tema. Hablamos una hora más aproximadamente, nos abrazamos, nos deseamos lo mejor, nos prometimos volver a vernos y nos despedimos.

Y así pasó. Diez años después y con plena conciencia de todo lo anteriormente dicho, nos dejamos ir nuevamente. Otra vez miedo? Tal vez. O quizás así es como nos queremos, así es como nos preferimos, lejos.

Porque sabemos que eso es lo que siempre nos mantuvo unidos, la distancia.

miércoles, 9 de enero de 2008

Del primero hasta el último...

Todos los que no dejan comentarios en mi blog son putos.
A ver si la grandeza de espiríritu, apertura de capocha y las buenas costumbres adaptadas al siglo XXI pueden más. Lo dudo.